José Mª Rodero: … Hoy necesito de usted.
Victoria Vera: ¿De mí? ¡Cómo osa decir semejante cosa un hombre de su edad!
José Mª Rodero: Desde que existe el paraíso azul, cualquiera puede osar, a cualquier edad, y osar en condiciones.
Victoria Vera: No le entiendo caballero, ni sé qué le debo responder.
José Mª Rodero: Depende señorita. Si usted viviera en el siglo de oro, lo oportuno sería: “¡No me turbe! ¡Piense en su condenación y en la mía!”.
Victoria Vera: Si quisiera responder a la usanza setentera ¿qué le habría de responder?
José Mª Rodero: Pues: “¡Quien quiera peces que se moje la barriga con el agua bendita del altar!” Dicha frase se debería pronunciar con un leve pestañeo que promoviera la urgencia del sacramento.
Victoria Vera: Y si viviera en los tiempos de hoy caballero ¿Qué habría de responder?
José Mª Rodero: ¡Ay! ¡Cruel destino! En ese caso su respuesta sería: “¡Vejestorio! ¡Que le vayan a usted dando…!” Y puede que aún peores cosas a continuación.
Victoria Vera: ¡Qué crueldad!
José Mª Rodero: Habrá que ir resolviendo ya este expediente…
Victoria Vera: Pues en ese caso caballero… ¡Resuélvame!.
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