Dígannos,
por veinticinco pesetas cada uno, según la página Metacritic, los veinte
mejores discos del año 2011, sumando para ello las listas resumen anuales de las
principales revistas musicales anglosajonias. Por ejemplo, y en primer lugar,
“Bad As Me de Tom Waits”. ¡Un, bis, tres, responda otra vez!:
“Vacacionis en la Mar”, nuestra querida serie, se ha ido a pique. Su audiencia se ha hundido tras hacer aguas. Con el capítulo de hoy nos apeamos definitivamente del barco del amor. Dejamos varada a la Princesa del Pacífico entre las rocas, junto a las costas de Puerto Vallarta, asustada y sorprendida, herida de muerte.
Todo fue un despiste del Capitán Merrill, que quiso soltarse de manos y hacer un caballito en la cabina, se pensó que conducía una moto de agua. No hay que reprochárselo, sabemos como es de cumplidor, tuvo que ser un corte de digestión, le sentaría mal la cena. Una mala noche la tiene cualquiera.
Afortunadamente nuestro capitán se portó como el gran hombre que es. No sólo fue el último en abandonar el barco sino que tuvo tiempo de salvar del agua salada hasta a las cucañas, esas de papel de colores con forma de burrito que salen en todos los capítulos.
Su tripulación no fue menos. Julie, la relaciones públicas, como cada ojo le mira a un sitio, pudo ayudar a los náufragos de dos en dos, lo que resultó muy útil, pues el hundimiento tuvo lugar al final del capítulo, cuando casi todos los protagonistas estaban ya emparejados.
El doctor Adam se ocupó de los enfermos, sobre todo de las guapas de mediana edad, por ser las más vulnerables al frío y a la humedad, según decía.
El sobrecargo Gopher se encargó de la cocina, le dio tiempo a poner un lavavajillas y fregar el suelo antes de embarcar en el último bote salvavidas.
Isaac, el camarero, preparó un cóctel de despedida, bien cargadito porque la noche estaba fría, lo repartía con un tonelito, como los San Bernardos.
Por la niña esa insoportable, Vicky, no se preocupen, no se embarcó por exámenes.
Todo el mundo salió muy ordenado, guardando su cola, como nos enseñaron de pequeñitos: primero las mujeres y los niños. Mientras, por megafonía, sonaba “Do That To Me One More Time” de Captain & Tennille. Por supuesto que no hubo ningún fallecido, ningún desaparecido, ningún herido.
El Barco del Amor es maravilloso porque nuestro mundo también lo es.
Primera sorpresa editorial del año, o más que sorpresa, revolución.
Un nuevo concepto de libro irrumpe en el mercado, un libro desprovisto de cualquier implicación intelectual. La imaginación ya es una necesidad para sobrevivir con cordura, no debemos pagar por ella. El libro por primera vez no se sostiene en la creación sino en la función que reporta su uso.
Es cierto que ya hubo iluminados que detectaron este potencial: decoradores que se sirvieron de libros huecos con cantos dorados para rellenar las librerías, barberos que emplearon “obras completas” para elevar a los niños en sus sillones mientras les cortaban el pelo, vendedores puerta en puerta de enciclopedias a analfabetos, repartidores de biblias por los hoteles; antecedentes todos ellos del libro que ahora les presentamos en este programa.
Sale a la venta el primer libro aislacionista, destinado precisamente a eso, a servir de útil barrera frente a los demás, a levantar simbólicos e insalvables muros entre congéneres. Abrir este libro anula los irrefrenables impulsos de quienes buscan conversación en el transporte público, en la cola del paro o en la consulta del médico. Un libro cuya observación detenida impide cualquier contacto humano, sentimental y emocional. Un auténtico chaleco antisocial de papel.
Se vende con diferentes títulos y formatos, todos carentes de contenido, lo que ayuda al autoconocimiento y a la creación reflexiva de un mundo interior, de ahí que muchos hayan catalogado esta obra como de autoayuda, lo cual consideramos un lamentable error, pues en unos casos el aislamiento será de tipo romántico, como el que proporciona en una ventana un visillo traslúcido, en otros el distanciamiento será tan terrorífico como el de un alambre de espinos o incluso cabe que el método empleado para conseguir la soledad sea el humor sarcástico que provoca en los demás quien no puede comunicarse por ser sordomudo, borracho, débil mental o ignorante del lenguaje, es decir, un infinito mundo de posibilidades por descubrir en un solo libro.
Del autor de esta obra poco se sabe. Diagnosticado de autismo a su más tierna infancia, ha dedicado su vida al desarrollo personal. Su personalidad es tan distante que se encuentra a un paso de ser autor anónimo, tanto es así que ni siquiera conocemos su nombre, una auténtica garantía de calidad que equipararía su obra a clásicos como el Lazarillo de Tormes.
Cuesta trabajo creerlo. Aquél género musical pisoteado por el punk, que ya no sonaba moderno ni en las iglesias y que perfumaba de rancio incienso hippy todo lo que tocaba, poquito a poco, sin hacer daño a nadie, ha conquistado el pop y mutado ante nuestros ojos. El ratoncito de campo marchó a la ciudad y triunfó con simples rasgueos de guitarra. Ahora el folk habla de tú a tú con el rock, con el tecno, con el hip hop, hasta con la salsa. Puede ya sonar gótico o sinfónico.
Bienaventurados los mansos porque poseerán la tierra. Bienaventurado el nuevo folk y su conquista incruenta.
-Joseph ¿Cuándo vas a cambiar las luces del salón? No quiero fluorescentes. Quiero una lámpara que proyecte su luz sobre la mesa, que deje este nuestro salón en penumbra, que de vez en cuando se mueva por la corriente o por algún cabezazo, para que parezca que estamos en un barco que zozobra en mitad de la tempestad, para que la sombra desfigure la expresión de nuestros rostros en una mueca trágica.
-Vale Mary, me llegó el sábado al Leroy Mirlin.
-¡Dime algo solapado Joseph! Una frase bestial. Que remueva mis entrañas sin tan siquiera tocarme. Que demuestre algo tremendo, como por ejemplo que nuestra relación ha muerto, que no me quieres, que me quieres ver muerta, que me quieres pero me odias, que me odias pero me quieres. Dime una frase que se haga celebre, que sea confusa y contradictoria, que reúna la esencia del amor y del odio, del placer y el dolor, de la vida y la muerte.
-¡Ay mi gordi! Hay que comprar cerveza.
(La pareja queda en silencio. Se escucha un perro que ladra zozofradamente, el sonido acolchado de una tilivisión que emite programas zozofra y mucho ruido de coches que zozobran en la calle mogollón)
Por veinticinco pesetas cada una, dígannos razones por las que compramos en las rebajas. Por ejemplo, porque lo dice la tilivisión (incluido yo, Kiko Lidgard).
¡Un, bis, tres, responda otra vez!:
- Porque lo dice la tilivisión (incluido tú, Kiko Lidgard).
- Por sentir que gastando ahorramos.
- Porque nos han dicho que el amor y el deseo se despierta bien vestido y perfumado.
- Para comprar la envidia de los demás.
- Porque comprar más barato algo caro debe ser un triunfo.
- Porque consideramos que el valor de las cosas es el que dice el vendedor.
- Para sentir que trabajamos para algo.
- Para sentirnos como si trabajáramos.
- Por el placer absurdo de pensar “esto si me lo puedo permitir”.
- Para satisfacer el instinto de que podemos comprar el mundo.
- Para adoptar cosas que nos llaman padre.
- Por creer que comprando cosas para el tiempo libre adquirimos también tiempo libre.
- Porque seremos más cultos, mas guapos y mas felices por comprar bueno, bonito y barato.
- Porque ese objeto inútil cambiará nuestra vida o estará con nosotros en el momento que suceda.
- Para ser consecuente con las ideas de que son felices los que compran y no somos felices porque no compramos.
- Para sumar a las conversaciones intranscendentes la frase “mira lo que me he comprado tirado de precio”.
- Porque si alguien nos dice “¡Qué cosa tan chula! ¿Dónde te la has comprado?!” significa que realmente le gusta y se la quiere comprar.
- Por creer que gastando contribuimos al bien común y a la mejora de la economía.
- Para intentar recrear aquella primera partida de marcianitos, aquel tebeo, aquella cinta VHS, aquella primera cita.
- Para demostrar que somos sensatos y además tenemos personalidad y buen gusto.
- Para demostrarnos que no somos bichos raros.
- Para comprobar que sabemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan.
- Para sentirnos especiales haciendo exactamente lo mismo que los demás.
- Para demostrarnos a nosotros mismos y a los demás que aún tenemos ilusión por algo.
- ¡Porque hay que hacerlo y no hay más que hablar!
El año 2011 acabó con una noticia de alcance relativa al cáncer. Al parecer, estudios científicos venezolanos filtrados por el propio presidente Chávez, determinan como factor de riesgo de sufrir cáncer la ambición política en Sudamérica, perdón, lo que quiso decir el Sr. Chávez es que EEUU podría estar detrás de los numerosos casos de cáncer sufridos por los mandatarios sudamericanos en los últimos tiempos. (Debe haber alguna base científica porque si no ¿qué alto dignatario de un estado diría una bestialidad semejante?)
Hubo un tiempo en el que los jefes de estado, los monarcas, lo eran por derecho divino. Los reyes no rendían cuentas más que a Dios. Se nacía rey para serlo. Según parece, algunos presidentes sudamericanos, como Chávez, enraízan con la monarquía absoluta no por el nacimiento, sino por la muerte. No enferman de cáncer y mueren como los demás, sus enfermedades son excepcionales, obedecen a una voluntad superior y misteriosa y mueren por entrega a la patria. No se nacerían rey, se moriría rey. Algo parecido sucede en Asia: a Kim Jong-il se le entierra en Corea del Norte llamando a las puertas del cielo, a pesar de morir sentado en el báter mientras cagaba.
Concluida la información científica, esta tilivisión quiere mostrar el mayor de los afectos a aquellos que no pueden prevenir el cáncer perdiendo unas elecciones democráticas y libres en Sudamérica, que conviven con la enfermedad como ciudadanos de a pié, que se empeñan en superarla o que tiran la toalla desanimados, a los que se curan y a los que no. Nuestro afecto a todos los que sufren cáncer en cualesquiera de sus estados y que no rentabilizan mediáticamente sus consecuencias. Todos somos uno si hablamos de cáncer porque todos hablamos del mismo cáncer, bueno, todos hablamos del mismo cáncer menos uno, el presidente Chávez.
La Movida no me deja de sorprender. Un ejemplo de ello es el artista que hoy nos acompaña en medio de este humo de tabaco, Pepe Dark, el primer pintor poseído de “La Movida” y posiblemente de la historia del arte, aunque nunca se sabe.
¿Como empezó tu andadura artística Pepe?
Pues como la de tantos jóvenes pintores, con la güija, ya sabes Paloma... buscando inspiración en los clásicos. Cuando ésta no aparece hay que encontrarla como sea, en el más allá si fuera necesario. Nunca ocurrió nada hasta que invoqué a Gutiérrez Solana, en menos que canta un gallo me poseyó, en el sentido pictórico de la palabra. Al parecer, tal y como estaba el patio patrio, andaba loquito por poseer a alguien y volver a la palestra.
Sin embargo, querido Pepe, observo en tus cuadros algunos coloridos desajustes que no son propios de la Ispaña negra.
Paloma, es que las posesiones no son tan sencillas, cuesta estar poseído al 100% y de Solana aún más. No veas como es... Solana se enfada conmigo, dice que la cosa está muy negra, que no hay margen para píxeles a color y que como me ponga tonto posee a otro. Me trae loco.
Cada vez me cuesta más encontrar sigundas oportunidades, revulsivos vitales, comienzos desde cero, ilusiones renovadas. Tanto es así que temo que la diricción baraje la posibilidad de quitarme del medio y sustituirme por algún niñato que aún no haya empotrado su coche contra una piedra enorme en mitad de la carretera y que mantenga por tanto impoluta la euforia de los anuncios de refrescos y cerveza. Tal vez sólo necesite unas vacaciones para retomar el programa u optar por componer bandas sonoras de películas, porque de eso va hoy la “Sigunda Oportunidad”, de reconversiones de rockeros que dejaron de dar saltos en el escenario y empezaron a musicar películas, que se hicieron, o los hicieron, mayores, que sobrevivieron a su juventud con gran éxito.
Danny Elfman, de líder de Oingo Boingo, a compositor de cabecera de Tim Burton, entre otros.
Clint Masell, de líder de Pop Will Eat Itself, a compositor de cabecera del director Darren Aronofsky (“Pi”, “Requiem por un sueño”, “El luchador”, “Black Swan”...)
No son los únicos ejemplos, viene a mi mente el caso castizo de Bernardo Bonezzi, el líder de Los Zombies, que pasó de “Groenlandia” a “Farmacia de Guardia” vía Almodóvar.
Esta programa de la “Sigunda Oportunidad” me está deprimiendo. Definitivamente necesito unas vacaciones y empezar de nuevo, pero no quiero componer bandas sonoras, aún no, ya habrá tiempo. Siempre hay tiempo para componer bandas sonoras.