... No sé qué decirte Paloma. Tal vez haya llegado donde estoy por un sentido práctico de la vida, aprendido de mis padres desde mi más tierna infancia.
El caso es que alcanzada mi madurez como pintor, recién acabados los estudios de Bellas Artes, en cuanto percibí la fría acogida de mi primera exposición y la mediocridad de criterio de mis pocos admiradores, tomé la drástica decisión del colgar definitivamente el caballete y dedicarme en cuerpo y alma al inglete. Opte por no ser nunca más un pintor del montón y convertirme en el mejor de los enmarcadores. Mejor cabeza de ratón que pintar con la cola de un león.
Mi ambición plus-marquista tuvo pronto su fruto. Los mejores pintores querían trabajar con el más ambicioso de los enmarcadores. Mis marcos ya cuelgan en las paredes de las primeras pinacotecas del mundo, salen fotografiados en las revistas de arte, se manipulan con mimo por manos enguantadas y comparten bayeta y plumero con los lienzos de las firmas más cotizadas.
Es cierto que a veces me viene un arrebato de inspiración que desbordaría el propio marco, bastan para calmarlo un par de golpes fuertes de martillo.
Serie “Falla de San Andrés” nº 9
Serie “Yo también fui joven” nº 4
Serie “Chillid@” nº 2
Serie “Cinco llagas” nº 14
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